El mejor regalo de Navidad

Somos 4 hermanos, 3 mujeres y el menor, que no juega en esta historia. En los inicios de nuestra infancia corriamos una vez por semana con nuestra moneda de un sol con la llamita, a la librería de al lado a comprar estas muñequitas de papel, que venían con zapatos, vestiditos, politos, falditas o carteritas para vestir. Lo malo era que no podían intercambiar ropa entre ellas; pero cada semana habían disponibles diferentes mujercitas de papel.
Pasaron algunos años, cambiamos de casa, nuestro viejito ganó la polla y ya podíamos pedir lo que las niñas de nuestra edad soñaban, Barbies!

Recuerdo que esa navidad nos regalaron una a cada una…. a las pocas semanas, la mía terminó sin pelo y sin brazo. Niña destructora habrá dicho mi madre que a la siguiente remesa de Barbies, no me tocó una Barbie, me tocó el Ken setentero, con patillas y mostachos para poner a mi gusto. Tenía un terno beige de solapas y pantalón de boca anchas. Y así siguieron, Navidad tras Navidad, el Ken en todas sus presentaciones y colores y  para compensar la falta de Barbie, llegaban con carro, depa,  tina..mientras tanto mis hermanas recibían las Barbies.  Así pasé mi infancia, llenándome de hombres  de juguete y metiendo las Barbies de mis hermanas a la tina o cortandoles el pelo (creo que por envidia).

Cuando crecí, antes de ser madre, se me metió en la cabeza que las Barbies lo único que hacían era atrofiarles el cerebro a las pobres niñas tomando como standares de belleza ese escultural cuerpo de 90-30-90 que JAMAS lograrán tener. Pensaba: «Que bueno que tuve en mi haber pocas de estas muñecas del mal»

Pasan los años, me caso, tengo un hijo, me divorcio (o tengo un hijo, me caso y me divorcio) y de pronto, en un estado de Nirvana, me reencuentro no solo con mi nueva yo queriendo ser más femenina, sino también, más niña!

En el afán de encontrarme con la niña que perdí a los 17 años, me hice de una Barbie City. En un intercambio de regalos navideño le mandé a decir a mi amigo secreto que me regalara una Barbie y recibí la Barbie Malibú. En realidad todo este preambulo es para llegar a lo más importante que viene a continuación.

Si leyeron mi Manifiesto, que está en un post anterior, entenderán lo importante que es para mí, dentro de muchas cosas, las Barbies. Y la persona que acompaña mi vida ahora, lo entendió a la perfección y no creo que por leer el post. Lo supo porque un día, caminando por Ripley nos topamos con la sección juguetes. Ahí estaba ella, The Original Teenage Fashion Model. Creo que vió mi mirada de niña, como me brillaban los ojos, como saltaba de emoción al verla….pero no dijo nada. Pasó de largo y me pidió acelerar el paso para ver lo que habíamos ido a comprar y que ya no recuerdo ahora.

El 24 de diciembre a las 7 pm estaba envolviendo los regalos de mi hijo (encerrada en mi cuarto porque aún sigo diciendole que Papa Noel los deja debajo del árbol aunque ya me confesó que sabe la verdad hace 4 años) cuando entra mi padre con 2  cajas envueltas en papel de regalo  y me dice en su media voz oriental: «Ahi te trajo un taxista esto» y mi madre: «Pero Lucho! Te dijeron que lo dejaras debajo del árbol!» y mi padre «Bah! lo mismo es»

Mi Papa Noel personal se tomó el trabajo de elegir las dos Barbies más bellas del mundo, dejarlas envueltas  y encargadas para que las reciba debajo del árbol esa Noche Buena, porque hacía una semana estaba fuera del país. Quizás para él solo significó una muestra del amor que me tiene; pero yo siento mucho más. Siento que con estos regalos me dice que me ama no sólo por la mujer que soy, sino también por lo niña que soy. Que no importa que haya hecho trizas mis Barbies de la infancia, que ahora que soy grande, las cuidaré mejor. Que ama esa dualidad con la que vivo orgullosa. Que puedo llegar a sus brazos sintiendome la mujer más niña del mundo y recibiré el más tierno, dulce y seguro de los abrazos.

*Arriba foto de los mejores regalos del mundo que Papa Noel me trajo esta Navidad.